Coincidiendo con el inicio de las vacaciones de verano y con la festividad de san Cristóbal, patrono de los conductores y transportistas, la Iglesia celebrará, un año más, el próximo domingo 6 de julio la LVII Jornada de Responsabilidad en el Tráfico.
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Tal como señala la Conferencia Episcopal, bajo el lema ‘El Señor te bendiga y te proteja, y colme tu esperanza’ (cf. Núm 6,24), la jornada quiere ser una llamada a la prudencia, el respeto y la responsabilidad al volante, en un momento del año donde millones de personas se desplazan por carretera.
Y es que la iniciativa parte del la Pastoral de la Carretera, integrado en la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana, que ha preparado carteles, estampas, subsidios litúrgicos y pegatinas para el coche, recordando la dimensión espiritual de cada viaje.
Bendición, no superstición
En su mensaje para este día, los obispos hacen hincapié en la importancia de poner los viajes en manos de Dios: “No es magia ni superstición, sino confianza plena en Dios”, subrayan, e invitan a recuperar la bendición de los vehículos como una “sana y buena costumbre” que conviene “potenciar y popularizar”.
“El Señor se compromete a bendecir a quienes piden su bendición con la fórmula que Él mismo propone”, afirman, aludiendo a la primera parte del lema, ‘El Señor te bendiga y te proteja’, que definen como “una fórmula preciosa que encierra en sí un compromiso divino”.
Por otro lado, en el contexto del Año Jubilar 2025, los obispos también vinculan esta bendición con la virtud teologal de la esperanza: “Hay que agarrarse a la esperanza en la carretera”, indican, porque “no se puede dejar nada al azar, y menos cuando están en juego vidas humanas”.
Conducción cristiana
En su mensaje, los obispos no se limitan a la reflexión espiritual, sino que abordan también con claridad la ética del conductor, e insisten en tres virtudes esenciales para circular: paciencia, prudencia y respeto.
“Queremos ganar tiempo al tiempo saltándonos las normas y corriendo más de lo permitido, pero eso es meterse en un callejón sin salida”, advierten. A quienes conducen ofuscados por preocupaciones, recuerdan que esos estados “distraen y apartan de la atención debida a la carretera”.
“Los miles de siniestros anuales en España, muchos con víctimas mortales, son razón suficiente para extremar el cuidado”, continúan. Y advierten del drama irreparable que suponen ciertos accidentes: “Cuando he atropellado y matado a una persona, incluso familiar o amigo, no hay dinero que pueda pagar la carga de por vida que supone ese error”.