Luis Argüello lanza la Agenda 2033 de la Iglesia en la clausura del Congreso Internacional sobre el Sagrado Corazón de Jesús -bajo el lema ‘Cor Iesu, spes mundi’ (‘Corazón de Jesús, esperanza del mundo’)- celebrado del 6 al 8 de junio en Valladolid, desde donde el beato Bernardo Francisco de Hoyos extendió en el siglo XVIII la devoción al Corazón de Jesús a toda España, Hispanoamérica y Filipinas.
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El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) presenta un decálogo que ha denominado ‘Programa 2033’. O lo que es lo mismo, al igual que propugna la Organización de Naciones Unidas (ONU) con su Agenda 2030, sus 10 Objetivos de Desarrollo Sostenible intraeclesiales.
El decálogo de Argüello
En primer lugar, el arzobispo de Valladolid invita a “acoger, orar, compartir y anunciar” la última encíclica de Francisco, ‘Dilexit Nos’ (‘Nos amó’).
En segundo lugar, insta a también a “vincular caridad, unidad y paz” y “vivir la vida como vocación” para que esta sea “reconocible, “concreta” y “visible” en un mundo que “se resiste al Evangelio”, un mundo “al que le falta corazón”.
En tercer lugar, el prelado vallisoletano asegura que “estamos llamados a entrar en una vía maestra de tener los mismos sentimientos del Corazón de Cristo, un corazón humilde, pobre y sacrificado, “porque solo desde ahí es posible la comunión entre nosotros y dar respuesta a un corazón que ha sido seducido por el poder”. Por eso, “hemos de huir de toda tentación de poder, también en la Iglesia”. “La clave de nuestra respuesta al amor de Cristo es el amor al prójimo”, subraya.
En cuarto lugar, en su invitación a “extender” el amor del Corazón de Jesús “en misión evangelizadora y en misión de reparación para construir sobre las ruinas que deja el pecado”, Argüello anima a “sacar brillo a la Eucaristía del domingo, a encontrarnos en la Eucaristía del domingo, como expresión de un pueblo que reconoce su pila bautismal y su altar, que genera una comunidad visible, la Eucaristía del domingo que nos congrega y nos envía a salir a los caminos en comunión misionera, llevando el amor del Corazón de Cristo”. Un amor “que cura, repara y va haciendo germinar su reinado”, recalca.
En quinto lugar, Argüello hace referencia al Sínodo.
En sexto lugar, anima al “cuidado de la devoción popular”, que, como fue “valiosa” para Pablo VI y “central” en el magisterio de Francisco.
En séptimo lugar, el prelado defiende una “alianza social para la esperanza” en distintos ámbitos: la demografía, la promoción de la natalidad y el cuidado de la vida, de los enfermos y de los migrantes.
En octavo lugar, Argüello pide “insuflar alma” a las empresas e instituciones ligadas a la Iglesia católica, que “precisan de hombres y mujeres que confiesen de obra y de palabra que creen en la victoria de Cristo sobre la muerte”.
En noveno lugar, el presidente de los obispos se refiere al “desafío” que conlleva lo que denomina el “reinado social de Cristo”, en alusión a la Doctrina Social de la Iglesia. A su juicio, el coloquio entre la Iglesia y el mundo “es un asunto que no tenemos resuelto”. Tras advertir que la Doctrina Social de la Iglesia “no es solo una propuesta de valores”, se centró en dos cuestiones. Por un lado, la antropológica. Partiendo de una concepción de que “somos humano-divinos” y del hecho de que “el ser humano solo puede decir que es el centro si reconoce que el corazón del mundo y el corazón de nuestro corazón es el Corazón de Cristo. Por otro lado, en relación a la cuestión del bien común, Argüello reconoce que “estamos llamados a reconstruir alianzas, vínculos, a ser pueblo entre los pueblos, un pueblo que convoca a los pueblos” en un momento en el que “el individualismo ha dejado al individuo solo ante el Estado” y en el que “la democracia parlamentaria vive momentos de singular crisis”. En su opinión, “la tarea, seguramente, fundamental de la Iglesia” es “regenerar e incorporar a la vida pública una reflexión para que la convivencia en nuestras sociedades no solamente sea posible, sino que haga posible la dignidad y el bien común”.
En décimo lugar, el arzobispo llama a “renovar nuestra consagración personal, familiar, diocesana al Corazón de Jesús”. “Creando una conciencia eclesial que pueda ser presentada al Papa para pedirle la renovación de la consagración del mundo al Corazón de Cristo en 2033”, coincidiendo con el 2.000 aniversario de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
400 participantes por devoción al Sagrado Corazón
Durante tres días, Valladolid ha sido el epicentro de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús con más de 400 participantes provenientes de América, Asia y Europa.
La ponencia inaugural del Congreso, titulada ‘Paray-le-Monial: el Sagrado Corazón, esperanza de la Iglesia en el magisterio pontificio’, fue pronunciada por Demetrio Fernández, obispo emérito de Córdoba.
En su intervención, hizo especial énfasis en la última encíclica de Francisco, ‘Dilexis Nos’: “Es un regalo”, por su capacidad para condensar y actualizar la doctrina sobre una devoción, la del Corazón de Jesús, que “es para hoy y para el futuro”.
En la clausura, José María Alsina, presidente del Instituto del Corazón de Cristo de Toledo, coorganizador junto al Arzobispado de Valladolid del Congreso, celebró que estos días se ha manifestado “cómo es posible hoy trabajar juntos entre realidades eclesiales tan diversas desde aquello que nos une: el amor del Corazón de Jesús”.
El “mayor fruto” de este Congreso, según destacó Alsina, “es aplicar en nuestra vida el mensaje dado por e Francisco en su encíclica ‘Dilexit Nos’, un mensaje confirmado también por León XIV”. Ese mensaje es “la certeza de saber que Dios nos ama a todos incondicionalmente”, subrayó.