La Casa Emaús, en el valle de Azapa en Arica, acogió a los cuatro obispos de la Provincia eclesiástica de Antofagasta, en el extremo norte del país, con sus asesores diocesanos, para revisar la situación actual de los bailes religiosos en sus diócesis. Presididos por el arzobispo de Antofagasta, Ignacio Ducasse, participaron el obispo de Iquique, Isauro Covili, y el obispo de Calama, Tomás Carrasco, acogidos por el obispo local, Moisés Atisha.
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Allí pudieron profundizar en la identidad de los bailes religiosos como experiencia de fe profundamente enraizada en la devoción popular, especialmente a la Virgen María. Destacaron su valor como expresión de compromiso cristiano y de comunión con la Iglesia, reconociendo sus signos, ritos y elementos propios que configuran una auténtica manifestación cultural y espiritual, según informa el portal iglesia.cl de la Conferencia Episcopal de Chile.
Verdaderas comunidades de base
Los obispos compartieron con especial estima el amor y dedicación que los integrantes de los bailes religiosos profesan a la Virgen, su vida sacramental activa y su estructura que, en muchos casos, corresponde a verdaderas comunidades de base. Valoraron también el compromiso de estas agrupaciones por preservar su carácter religioso, especialmente a través de sus Estatutos, como los de la Federación de Bailes Religiosos de La Tirana y la Federación de Antofagasta, que regulan y orientan su vida comunitaria de acuerdo a sus realidades locales.
El encuentro concluyó con estas tareas para los equipos pastorales de cada diócesis:
- Contribuir activamente a la formación permanente de los integrantes de los bailes religiosos.
- Motivar el cultivo y enriquecimiento de la música y letras religiosas propias de los bailes.
- Redactar una nueva Carta Pastoral sobre los bailes religiosos.
Una profunda tradición de fe
Los obispos han reconocido en los bailes religiosos no solo una expresión cultural, sino una verdadera forma de vivir y anunciar la fe en el contexto del norte grande, en sintonía con el actual caminar sinodal de la Iglesia. Ha sido un nuevo paso en el proceso de reconocimiento y valoración a los bailes religiosos, impulsado ya en 1990, para toda la iglesia chilena, con el Directorio de Pastoral de los Bailes Religiosos.
Ese Directorio consideró necesario expresar el reconocimiento eclesial de los bailes, al comenzar su texto afirmando: “Queremos indicar aquí claramente que los Bailes Religiosos son instituciones católicas. Podemos describir los Bailes como organizaciones de fieles católicos que se reúnen a rendir culto a la Santísima Virgen o a los Santos y para ayudarse mutuamente en su vida cristiana. Una forma particular de su culto a María o a sus Patronos es el Baile”.
Esta expresión religiosa hunde sus raíces en el inicio de la colonización, hace más de 400 años. Celebraciones como la de Andacollo y La Tirana tienen siglos de antigüedad y hoy mantienen en plenitud su vigencia.