Como Nemesio Cabra, el entrañable personaje de ‘La verdad sobre el caso Savolta’ (1975), como el propio don Quijote, Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) entendió siempre que solo la locura encierra la verdad y que buscar la verdad en una sociedad injusta puede que sea imposible, pero hay que intentarlo. Ese empeño resume la trayectoria literaria –y vital– del gran novelista barcelonés, que ha obtenido el Premio Princesa de Asturias de las Letras: “Necesito tiempo para encontrar las palabras justas. Emocionado, honrado y agradecido me parecen adecuadas, pero obvias –señala–. He dedicado toda la vida a lo que más me gusta y ahora recibo este Premio tan especial. Soy un hombre feliz”.
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La felicidad es una constante en Mendoza, que la ha repartido en forma de novelas inolvidables, tras ese detective anónimo, por ejemplo, que protagoniza algunas de sus obras más histriónicas, como ‘El misterio de la cripta embrujada’ (1978), ‘El laberinto de las aceitunas’ (1982), ‘La aventura del tocador de señoras’ (2001) o ‘El enredo de la bolsa o la vida’ (2012). Lo dijo el jurado, presidido por el director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado: “Su prosa clara engloba tanto el lenguaje popular como los cultismos más inesperados. En sus libros sobresalen el sentido del humor y la visión desenfadada y humanista de la existencia. Eduardo Mendoza es un proveedor de felicidad para los lectores, y su obra tiene el mérito de llegar a todas las generaciones, que hoy se reconocen en sus luminosas páginas”.
El ansiado premio llega, exactamente, cincuenta años después de ‘La verdad sobre el caso Savolta’, la primera gran novela de la Transición, la que introdujo, como ha definido Antonio Muñoz Molina, “un aire nuevo a la manera de escribir y de leer en España”. Esa veta que aunaba misterio con ironía, profundidad con desamparo.
El Princesa de Asturias premia así el esplendor que ya poseía entonces el joven Mendoza, confirmado si cabían dudas con el fulgor de ‘La ciudad de los prodigios’ (1986), relato de la Barcelona de la modernidad y de la ambición. Pero el lector, ese lector devoto y numerosísimo de Mendoza, donde encuentra realmente la felicidad es con los extraterrestres de ‘Sin noticias de Gurb’ (1991). Y ahí está, probablemente, el verdadero Mendoza: el que acude a la locura, al humor, al histrionismo, para poner la verdad en negro sobre blanco.
El galardón llega también cinco años después de ‘Las barbas del profeta’ (2020), su último libro, que no es una novela, sino un breve ensayo en el que volcó la necesidad de contar su fascinación por el relato bíblico como parte irrenunciable de “nuestra tradición cultural”, y en el que llega a escribir: “No sé si alguien ignora quiénes son Adán y Eva, lo que es el arca de Noé o la Torre de Babel. Es posible, como es posible que alguien, por circunstancias excepcionales, no sepa lo que es un árbol o un pez”.
Su texto es el testimonio de una influencia inevitable: “No exagero al afirmar que la Historia Sagrada que estudié en el colegio fue la primera fuente de verdadera literatura a la que me vi expuesto”, aunque también la confesión de un “no creyente” que se reconoce “no furibundo” y admite que, ante el catolicismo, se desenvuelve desde “el respeto y el estudio”, al menos, como advierte, “en términos generales”.
Ya lo sabíamos. En ‘El asombroso viaje de Pomponio Flato’ (2008) dio una imagen de Jesús “honesta y afectuosa” y con mucho humor, más allá, eso sí, de la fe, de la jerarquía o de los dogmas. Ahí, en la línea de su detective anónimo, recurre a un hilarante Pomponio Flato –al fin y al cabo, depósito de su pasión por la Roma de Tácito y Cicerón– y a un Jesús aún niño.
“El protagonista llega a Palestina, que siempre ha sido un territorio de una extremada complejidad, entendible porque es el eje del norte y del sur, del este y del oeste. En Nazaret ha habido un crimen y se va a ajusticiar al asesino, un carpintero, quien tiene un hijo que cree en la inocencia de su padre, que pide ayuda a Pomponio Flato. El hijo de este carpintero es, obviamente, el niño Jesús, que en los Evangelios no sale, solo se cuenta brevemente el nacimiento con grandes contradicciones históricas y temporales solo para cumplir las profecías”, declaró entonces a ‘Vida Nueva’.