Valle Chías: esperanza en el Haití crucificado

Josela Gil recoge el premio a Valle Chías. Foto: Jesús G. Feria

El 2 de septiembre de 2016, la misionera barcelonesa Isa Solá, volcada con los últimos en Haití, fue asesinada mientras conducía su coche por las calles de Puerto Príncipe, en la capital del país caribeño. Y todo por robarle unos delincuentes lo poco que llevaba encima…



Sus compañeras de congregación, las religiosas de Jesús-María (rjm), quedaron devastadas al perder a una de sus hijas más queridas y carismáticas. Un dolor compartido por las muchísimas personas a las que ella acompañaba, especialmente por quienes, tras quedar mutilados tras el brutal terremoto de 2010, eran levantados por ella: tanto por las prótesis que preparaba para ellos como por los programas de microcréditos que impulsaban para que pudieran volver a tomar las riendas de su vida.

Hasta 4.000 consultas al año

Tras ese momento difícil, la sevillana Valle Chías fue una de las hermanas que dio un paso adelante para ir a Haití. Asentada en 2020 como médico en la localidad rural de Jean-Rabel, la misionera atiende a 14 municipios de la región, desplazándose con una clínica móvil y un equipo de seis personas. Una labor ingente por la que recibe hasta 4.000 consultas al año…

Y todo en un contexto crítico, con buena parte del país en manos de las bandas criminales y con el Estado casi desaparecido. Lo que ella misma ha denunciado en Vida Nueva: “Este es un conflicto cronificado, en el que los niveles de violencia y barbarie van aumentando”. Entonces, ¿quién (des)gobierna Haití? “Es el dinero, el poder, las armas, el tráfico de drogas… Es mantener un país sin ley para que otros puedan hacer sus negocios… ¿Podemos pensar que todas esas armas las han fabricado en Haití cuando no hay fábricas de casi nada? ¿Creemos que Haití es un productor de drogas cuando apenas tiene capacidad de cosechar para su propia gente? Como en la mayor parte de las guerras actuales, son otras banderas las que andan detrás”.

Josela Gil recoge el premio a Valle Chías. Foto: Jesús G. Feria

Mucho Dios encarnado

En medio del caos, CONFER reconoció su labor otorgándole, en esta última edición, el Premio Carisma Misión y Cooperación. Un galardón que la misionera agradeció en el acto de entrega a través de un vídeo. Recogió el premio en su nombre Josela Gil, compañera de congregación con la que coincidió en Haití, que reconoció que allí “se vive un camino que no es fácilmente transitable, para ahí hay mucho Dios encarnado en la gente que vive en Él”.

Pese a la distancia, vimos a Valle tal como es: una mujer humilde (“esto me da mucha vergüenza”, “me queda grande”) y luminosa, aferrada al Dios que se hizo carne para abrazar a todos. Hasta el punto de sentir que “voy aprendiendo que esto del Reino va de gratuidad”.

En definitiva, es una mujer que no se rinde. Ni se resigna. Vive bajo la amenaza de una violencia desatada y entre quienes padecen muchos sufrimientos físicos y emocionales. En ellos se encarna. Y mira a lo alto: “No perdamos la esperanza de que otro mundo es posible”.

Fotos: Jesús G. Feria

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